“A veces, el destino se parece a una pequeña
tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de
rumbo intentando evitarla. Y entonces la tormenta también cambia de
dirección, siguiéndote a ti. Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la
tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes. Y esto se repite una
y otra vez. Como una danza macabra con la muerte antes del amanecer. Y
la razón es que la tormenta no es algo que venga de lejos y que no
guarde relación contigo. Esta tormenta eres tú. Es algo
que se encuentra en tu interior. Lo único que puedes hacer es
resignarte, meterte en ella de cabeza, taparte con fuerza los ojos y las
orejas para que no se te llenen de arena e ir atravesándola paso a
paso. Y en su interior no hay sol, ni luna, ni dirección, a veces ni
siquiera existe el tiempo. Allí sólo hay una arena blanca y fina, como
polvo de huesos, danzando en lo alto del cielo."
(H. Murakami)
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