Siento tu peso de siglos
en el centro de mi alma:
las arrugas de tus muros,
en mi frente despejada;
la seriedad de tus rejas,
en mis ansias alocadas;
la solera de tus vinos,
en mis arterias tempranas.
A mi vida pendular
tú opusiste la plomada;
al desorden de mis horas,
tus puntuales campanadas;
a mi paso vacilante,
la majestad de tu plaza;
a mi escapar del esfuerzo,
tus cuestas pinas y largas
Yo te di mi juventud,
mis ilusiones... mi nada;
pero te lo di de veras
- como un niño que regala-
y tu le diste a mi vida
lo que a mi vida faltaba.
¡Siento tu peso de siglos
en el centro de mi alma!
(Manolo Carrasco, http://manolo-eleremita.blogspot.com.es/2011/01/chinchon-tambien-tiene-poesia.html)
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